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TEOLOGÍA BIBLICA Y SISTEMÁTICA

5. SALVACÓN (SU NATURALEZA)

 

I.         LA NATURALEZA DE LA SALVACION

 

            El tema de esta sección es el siguiente: Lo que constituye la salvación, o el estado de gracia.

 

1. Tres aspectos de la salvación.

 

            Existen tres aspectos de la salvación, o del estado de gracia, y cada uno se caracteriza por un vocablo que suministra una ilustración clara de la bendición: Justificación, Regeneración, Santificación.

 

a. Justificación es un término judicial o legal. que nos recuerda una escena en los tribunales de justicia. El hombre, culpable ante Dios y condenado, recibe la absolución, se le declara justo, en otras palabras, es justificado.

 

b. La regeneración (la experiencia interna o interior) y la adopción, nos sugiere una escena doméstica, del hogar. El alma, muerta en delitos y pecados, necesita una vida nueva, la cual es impartida mediante el hecho divino de la regeneración. La persona se convierte entonces en "hijo de Dios," y pasa a formar. parte de su hogar o casa.

 

c. El vocablo santificación nos sugiere una escena en el templo, pues el término está relacionado principalmente con la adoración a Dios. Hecho justo en lo que a la ley de Dios respecta, y renacido para vivir una vida nueva, el hombre queda desde ese momento dedicado al servicio de Dios. Comprado mediante el precio, no se pertenece a sí mismo; no abandona el templo (en sentido figurado) sino que sirve a Dios noche y día. Lc_2:37. Es santificado por Dios, y se da a sí mismo a Dios.

            El hombre salvado es entonces aquél que ha cancelado su deuda con Dios, ha ajustado sus cuentas con él, ha normalizado sus relaciones con el Hacedor, dedicado al servicio de Dios. En otras palabras, su experiencia de la salvación, o estado de gracia consiste en la justificación, regeneración, (y adopción) y santificación. Al estar justificado, pertenece a los justos; al estar regenerado, es un hijo de Dios; al estar santificado, es un "santo," (literalmente persona santa).

            ¿Se reciben todas estas bendiciones en orden de sucesión, o en forma simultánea? Existe ciertamente un orden lógico: primero el pecador cancela su deuda o ajusta sus cuentas en lo que respecta a la ley de Dios; luego, por estar su vida en desorden, tiene que ser cambiada; finalmente, debe ser separado para vivir una vida nueva y servir a Dios. No obstante, las tres experiencias aquí descritas son simultáneas en el sentido de que en la realidad no pueden separarse, aunque las separamos para fines de estudio. Las tres constituyen la "salvación plena." El cambio exterior denominado justificación es seguido de un cambio interno llamado regeneración, que a su vez es seguido de la dedicación o consagración al servicio de Dios. No se puede concebir que una persona realmente justificada no sea regenerada; ni tampoco que una persona verdaderamente regenerada no sea santificada (aunque en la vida real una persona salvada puede a veces violar su consagración). No puede existir salvación plena sin estas tres experiencias, como tampoco puede existir un triángulo verdadero sin tres lados. Estas experiencias cristianas constituyen el fundamento de carácter triple sobre el cual se erige la vida cristiana. Partiendo de estas tres experiencias, la vida cristiana progresa hasta su consumación.

 

            Esta distinción triple regula el idioma del Nuevo Testamento hasta sus más ligeros Matices. Pasamos a ilustrar:

            En relación a la justificación: Dios es el Juez y Cristo el Abogado; el pecado es transgresión de la ley; la expiación es satisfacción o pago; el arrepentimiento es convicción; la aceptación es perdón o remisión; el testimonio del Espíritu es de perdón; la vida cristiana es obediencia y su perfección es el cumplimiento de la ley de justicia.

            La salvación es también una vida nueva en Cristo. En relación a esta nueva vida, Dios es el Padre (Procreador), Cristo el Hermano mayor y la Vida; el pecado es obstinación, voluntariedad, es decir, equivale a escoger nuestra propia voluntad, en vez de la del Jefe de la casa; la expiación es reconciliación; la aceptación es adopción; la renovación de vida es regeneración, el ser nacido de Dios; la vida cristiana es la crucifixión o mortificación de la vieja naturaleza, contraria a la nueva, y asimismo el nutrimento o cultivo de esta última; la perfección de esta vida es el reflejo de la imagen de Cristo, el unigénito Hijo de Dios.

            La vida cristiana es una vida dedicada a la adoración y servicio de Dios, es decir, una vida santificada. En relación a la vida santificada, Dios es el Santo; Cristo es el sumo sacerdote; el pecado es contaminación; el arrepentimiento es el tener conciencia de la contaminación; la expiación es un sacrificio expiatorio o propiciatorio; la vida cristiana es dedicación o consagración en el altar (Rm._12:1); la perfección de este aspecto es la completa santificación del pecado y separación a fin de vivir para Dios.

            Todas estas tres bendiciones de la gracia fueron obtenidas o alcanzadas por la muerte expiatoria de Cristo, y la virtudes de esa muerte son impartidas al hombre por medio del Espíritu Santo. Como satisfacción a las demandas de la ley, la expiación aseguró el perdón y la justicia del hombre; como abolición de la barrera que se interponía entre Dios y el hombre, hizo posible nuestra vida regenerada; como sacrificio por la purificación del hombre de sus pecados, su beneficio es la santificación y la santidad.

            Nótese también que las tres bendiciones fluyen o nacen de nuestra comunión con Cristo. El creyente es uno con Cristo en virtud de su muerte expiatoria y de su Espíritu que imparte vida. Nos hemos convertido en la justicia de Dios en él, (2Co_5:21); y por medio de él tenemos el perdón de los pecados (Ef._1:7); en el somos nuevas criaturas, nacidos de nuevo a una nueva vida (2Co_5:17); somos santificados en él (1Co_1:2) y él ha sido hecho para nosotros santificación. 1Co_1:30. El es la "causa de eterna salud."

 

2. La salvación, externa e interna.

            La salvación es tanto objetiva (externa) como subjetiva (interna).

a. La justicia es primero de todo  cambio de posición, empero es seguida de un medio de condición. La justicia deber ser tanto atribuida o imputada como impartida.

b. La adopción se refiere al hecho de conferir la dignidad de hijo de Dios; la regeneración es la vida interior que corresponde a nuestro llamado y nos hace participantes de la naturaleza divina.

c. La santificación es tanto externa como interna. En lo exterior, es la separación del pecado y la dedicación a Dios; en lo interior, demanda purificarse del pecado.

            El aspecto exterior de la gracia es proporcionado por la obra expiatoria de Cristo; el aspecto interno es la obra del Espíritu Santo.

 

3. Las condiciones de la salvación.

            ¿Qué se quiere significar por condiciones de la salvación? Se quiere significar los requisitos en el hombre a quien Dios acepta por amor de Cristo, y en quien deposita libremente las bendiciones del evangelio de gracia.

            Las Sagradas Escrituras enuncian el arrepentimiento y la fe como condiciones de la salvación; el bautismo en agua es mencionado como símbolo exterior de la fe interna del convertido. Mr._1:15; Hch._22:16; Hch._16:31; Hch._2:38; Hch._3:19.

            El Apartarse del pecado y allegarse a Dios son las condiciones y preparación para la salvación. Hablando en sentido estricto ni el arrepentimiento ni la fe tienen mérito; puesto que todo lo necesario para la salvación ha sido ya realizado para el penitente. Mediante el arrepentimiento el penitente remueve el obstáculo que impide la recepción del don; por medio de la fe acepta el don. Empero aunque el arrepentimiento y la fe son obligatorios puesto que son ordenados, se insinúa la influencia auxiliadora del Espíritu Santo. (Nótese la frase "ha dado Dios arrepentimiento." Hch._11:18) La blasfemia contra el Espíritu ahuyenta a aquél que es el único que puede inspirar el arrepentimiento del corazón, y por lo tanto no hay perdón.

            ¿Puede existir fe sin arrepentimiento? No; puesto que solamente el penitente siente la necesidad de un Salvador y desea la salvación de su alma. ¿Puede existir arrepentimiento piadoso sin fe? Nadie puede arrepentirse en el sentido bíblico sin fe en la Palabra de Dios, sin creer en sus amenazas de juicio y promesas de salvación.

            ¿Son la fe y el arrepentimiento simplemente condiciones preparatorias para la salvación? Siguen también al creyente en la vida cristiana; el arrepentimiento se transforma en fervor en pro de la purificación del alma y la fe trabaja en amor y continúa recibiendo de Dios.

 

a. Arrepentimiento. El arrepentimiento se ha definido de la siguiente manera: "Un dolor verdadero por el pecado, acompañado de un sincero esfuerzo por dejarlo"; "dolor de carácter piadoso por el pecado"; "la convicción de culpabilidad producida por la aplicación de la ley divina al corazón, por el Espíritu Santo"; "sentir tanto dolor que uno deja de pecar" (definición de un niño).

            Tres elementos constituyen el arrepentimiento bíblico: el intelectual, el emocional, y el práctico. Pueden ser ilustrados como sigue: (1) Un viajero se da cuenta que se ha equivocado de tren; ese conocimiento corresponde al elemento intelectual mediante el cual una persona comprende, por la predicación de la Palabra, que no está en buenas relaciones con Dios, que no ha ajustado sus cuentas con el Señor. (2) El descubrir que se ha equivocado de tren perturba al viajero. Le produce disgusto, quizá temor. Esto ilustra el lado emocional del arrepentimiento, que consiste de acusación de si mismo, y dolor sincero por haber ofendido a Dios. 2Co_7:10. (3) Se baja de ese tren en la primera oportunidad que tiene, y sube al que corresponde. Esto ilustra el aspecto práctico del arrepentimiento, que encierra el volver en la dirección de Dios. Un vocablo griego para el "arrepentimiento" significa literalmente "un cambio mental o de propósito." El pecador convencido de su pecado se propone corregir su conducta y volverse a Dios; el resultado práctico es que produce frutos dignos de arrepentimiento. Mt._3:8.

 

            El hombre, por medio del arrepentimiento hace honor a la ley, así como por medio de la fe hace honor al evangelio. ¿De qué manera el hombre hace honor a la ley por medio del arrepentimiento? Arrepentido lamenta haberse apartado del santo mandamiento, y de haberse contaminado personalmente, como lo revela la ley; en la confesión, reconoce la justicia de la sentencia; al enmendar su conducta o rectificarse, se aparta del pecado y realiza todas las reparaciones posibles y necesarias según las circunstancias.

 

            ¿De qué manera el Espíritu Santo le ayuda a una persona arrepentirse? Mediante la aplicación de la Palabra en la conciencia; influyendo  en el corazón y fortaleciendo la voluntad y la determinación de apartarse del pecado.

b. Fe. En el sentido bíblico del vocablo, fe significa creencia y confianza. Es el asentimiento de la mente o intelecto, y el consentimiento de la voluntad. Con respecto al intelecto, es creencia en ciertas verdades reveladas, relativas a Dios y a Cristo; con referencia a la voluntad, es la aceptación de estas verdades según dirigen los principios de la vida. La fe intelectual no es suficiente, (Stg._2:19; Hch._8:13; Hch._8:21) para la salvación; una persona puede dar asentimiento intelectual al evangelio, sin consagrar o dedicar su vida a él. La creencia afectiva o del corazón es básica, esencial. Rm._10:9. La fe de carácter intelectual significa el reconocimiento de que el evangelio es verídico, es una realidad, la fe afectiva o del corazón significa la dedicación voluntaria, de la vida de uno a las obligaciones que están encerradas o incluidas en la realidad del evangelio. La fe en calidad de confianza incluye asimismo un elemento emocional; de ahí que la fe salvadora sea un hecho de la personalidad toda, que abarca el intelecto, las emociones y la voluntad.

 

            El significado de la fe puede ser determinado por la forma en la cual se emplea en el original griego. La fe a veces denota no solamente el hecho de creer en un cuerpo o conjunto de verdades, sino también todo el conjunto de verdades, como en las expresiones siguientes: "Anuncia la fe que en otro tiempo destruía," "algunos Apostatarán de la fe," "esta es la palabra de fe, la cual predicamos," "la fe que ha sido una vez dada a los santos." Esta es a veces denominada fe objetiva o externa. El hecho mismo de creer estas verdades se conoce como fe subjetiva.

 

            Seguido de ciertas preposiciones griegas el vocablo "creer" significa la idea de reposar o descansar sobre un fundamento seguro, como por ejemplo Jn._3:16; seguido de otra preposición significa una confianza que une a la persona al objeto de su confianza, o lo solidariza con ella. La fe es de esta manera vínculo de unión entre el alma y Cristo.

            ¿Es la fe una actividad humana o divina? El que se le ordene al hombre creer indica que tiene la capacidad para creer, y la obligación de hacerlo. Todo hombre está capacitado o dotado para depositar su confianza en las riquezas, en el hombre, en amigos, y así sucesivamente. Cuando la creencia se funda en la Palabra de Dios, y la confianza reposa en Dios y en Cristo, luego tenemos fe salvadora. No obstante, se insinúa como agente en la producción de la fe salvadora, la gracia auxiliadora del Espíritu Santo. Compare Jn._6:44; Rm._10:17; Jn._16:7-14.

 

            ¿Qué es la fe salvadora? Se han proporcionado las definiciones siguientes: "La fe en Cristo es una gracia salvadora en virtud de la cual recibimos la salvación, y asimismo dependemos de él exclusivamente para la salvación, según se nos lo ofrece en los evangelios." Es el hecho del penitente sólo, según es ayudado especialmente por el Espíritu Santo, y según deposita su confianza en Cristo." "El hecho o hábito de la mente del penitente, por el cual, bajo la influencia de la gracia divina, deposita su confianza en Cristo en calidad de Salvador suficiente y único." "Una confianza segura que Cristo murió por mí," "Significa creer, depositar la confianza en los méritos de Cristo, de que por amor a su Hijo, Dios ciertamente está dispuesto a demostrarnos misericordia de Dios en Cristo."

 

 

4. Conversión.

            En su significado más simple, la conversión es el apartarse del pecado y acudir a Dios. Hch._3:19. El término se emplea tanto para denotar el período crítico cuando el pecador se Aparta del camino de pecado para transitar por la senda de justicia, como para significar también el arrepentimiento por alguna transgresión particular, cometida por aquéllos que ya se encuentran en la senda de justicia. Mt._18:3; Lc_22:32; Stg._5:20.

            Se relaciona estrechamente con el arrepentimiento y la fe, y ocasionalmente significa lo uno o lo otro, o ambos, al representar la suma total de las actividades por las cuales el hombre se vuelve del pecado hacia Dios. Hch._3:19; Hch._11:21; 1Pe_2:25. El catecismo de Westminster, al responder a la pregunta "¿qué es el arrepentimiento para vida?" proporciona una definición cabal, completa, de la conversión:

            "El arrepentimiento para vida es una gracia salvadora, por la cual el pecador, inspirado de un sentido verdadero de su pecado, y adueñándose de la misericordia de Dios en Cristo, con dolor por el pecado y odio hacia él, se aparta del camino del pecado para volverse a Dios, con el propósito más amplio de seguir una nueva obediencia, y practicarla de todo corazón."

            Nótese que esta definición demuestra de qué manera la conversión abarca la personalidad toda; el intelecto, la emoción y la voluntad.

            ¿De qué manera podemos distinguir entre la conversión y la salvación? La conversión describe un lado de la salvación, según afecta al hombre. Pasemos a ilustrar: Se observa que un pecador notorio ya no bebe, ni juega, ni tampoco frecuenta los antros del vicio; odia aquello que otrora amaba, y ama lo que otrora odiaba. Sus conocidos comentan: "Se ha convertido, es un hombre cambiado." Describen lo que ven, es decir, el lado del acontecimiento que afecta al hombre. Pero en lo que respecta al otro lado, que corresponde a Dios, diremos que Dios ha perdonado su pecado, y le ha dado un nuevo corazón.

            ¿Empero significa ello acaso que la conversión es enteramente asunto de esfuerzo humano? A igual que la fe y el arrepentimiento, a los cuales encierra, abarca, la conversión es una actividad humana, del hombre; pero también constituye un efecto sobrenatural en el sentido de que se trata de la reacción del hombre a la fuerza atrayente de la gracia y la Palabra de Dios. De manera que la conversión se produce mediante la cooperación armónica de las actividades divinas y humanas. "Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor; porque Dios es el que en vosotros obra así el querer como el hacer, por su buena voluntad." Fil._2:12-13. Los siguientes versículos relatan el lado divino de la conversión: Jer_31:18; Hch._3:26. Los siguientes se relacionan con el lado humano: Hch._3:19; Hch._11:18; Eze_33:11.

            ¿Qué viene primero, la regeneración o la conversión? Las operaciones que entraña la conversión, son profundas y misteriosas, y por lo tanto no deben de analizarse con precisión Matemática.

 

II.        JUSTIFICACIÓN

 

1.         La naturaleza de la justificación: absolución divina.

            El vocablo "justificar" es un término judicial que significa absolver, declarar justo, o pronunciar sentencia favorable de aceptación. La palabra se toma de las relaciones jurídicas. En efecto, el culpable comparece ante Dios, el Juez justo. Pero en cambio de una sentencia de condenación, recibe la absolución.

            El vocablo "justificación" o "justicia" significa un estado de aceptación al cual uno entra por la fe. Esta aceptación es un don gratuito de Dios, disponible por la fe en Cristo. Rm._1:17; Rm._3:21-22. Es un estado de aceptación sobre el cual reposa el creyente. Rm._5:2. Sin tener en consideración su pasado pecaminoso e imperfección presente, tiene una posición completa y segura en relación con Dios. "Justificado" es el veredicto de Dios, y nadie lo puede contradecir o negar. Rm._8:34. La doctrina se ha definido de la siguiente manera: "La justificación es un hecho de la gracia libre de Dios, por medio de la cual perdona todos nuestros pecados y nos acepta en calidad de justos ante su presencia, solamente en virtud de la justicia de Cristo imputada o atribuida a nosotros y recibida por fe solamente."

            La justificación es primordialmente un cambio de posición de parte del pecador; otrora condenado, ahora absuelto; otrora bajo la condenación divina, está sujeto ahora al encomio o alabanza divina.

            La justificación abarca mucho más que el perdón del pecado y el removimiento de la condenación; en el hecho de la justificación, Dios coloca al ofensor en la posición de hombre justo. En algunos países el gobernador de un estado puede conmutar la pena de un criminal, pero no puede devolverle a la posición de uno que jamás ha quebrantado las leyes. Empero Dios puede hacer ambas cosas. Borra el pasado, es decir, los pecados y ofensas, y luego trata de la persona como si nunca hubiera cometido pecado en su vida. El criminal perdonado no es considerado o descrito como persona buena o justa; empero cuando Dios justifica al pecador, lo declara justificado, es decir, justo a su vista. Ningún juez podría justificar con justicia a un criminal, esto es, decláralo justo y bueno. Y si Dios estuviera sujeto a las mismas limitaciones, y justifica solamente a los buenos, entonces no habría evangelio para los pecadores. Pablo nos asegura que Dios justifica a los impíos. "El milagro del evangelio consiste en que Dios acude a los impíos con una misericordia que es toda justa, y capacita a los impíos, por la fe, y a pesar de lo que son, a iniciar una relación nueva con él en la cual la  justicia se hace posible para ellos. El secreto todo del cristianismo del Nuevo Testamento, y de todo avivamiento religioso y reforma en la iglesia, es esa paradoja Maravillosa: Dios "justifica al impío."

            De manera entonces que la justificación es en primer lugar una resta: la cancelación de la deuda del pecado, y en segundo lugar, suma: la imputación o atribución de la justicia.

 

2.         La necesidad de la justificación: la condenación del hombre.

 

            Job hizo la siguiente pregunta: "¿Y cómo se justificará el hombre con Dios?" Job_9:2. "¿Qué es menester que yo haga para ser salvo?" dijo el carcelero de Filipos. Ambos hombres expresaron una de las preguntas de mayor trascendencia que se pueden preguntar: ¿de qué manera puede el hombre cancelar su deuda con Dios y estar seguro de que ha sido Aprobado por el Hacedor?

            La respuesta a la pregunta se encuentra en el Nuevo Testamento, especialmente en la epístola a los Romanos, la que presenta el plan de la salvación en forma detallada y sistemática. El tema del libro está encerrado en Rm._1:16-17, y puede expresarse de la manera siguiente: el evangelio es el poder de Dios para la salvación del hombre, porque dice de qué manera los pecadores pueden ser cambiados en lo que respecta a posición y condición, para quedar en buenas relaciones con Dios.

            Una de las frases notables del libro es la siguiente: "La justicia de Dios." El Apóstol inspirado describe la clase de justicia que es aceptable ante Dios, de manera que el hombre que la posee es considerado "justo" a la vista de Dios. Es la justicia que resulta de la fe en Cristo. Pablo nos demuestra que todos los hombres necesitan la justicia de Dios, puesto que la raza toda ha pecado. Los Gentiles están bajo condenación. Los pasos que condujeron a la caída son evidentes: una vez conocieron a Dios (Rm._1:19-20), pero al no adorarle y servirle, sus mentes se oscurecieron. Rm._1:21-22. La ceguera espiritual condujo a la idolatría, (ver Rm._1:23), y la idolatría llevo a la corrupción moral. Rm._1:24-31. No tienen excusa, porque poseen una revelación de Dios en la naturaleza, y una conciencia que aprueba o desaprueba sus acciones. Rm._1:19-20; Rm._2:14-15. El judío está también bajo la condenación. Es cierto que pertenece a la nación escogida, y ha conocido la ley de Moisés por centenares de años, pero ha violado esa ley en lo que respecta a pensamientos, hechos y palabras. Capítulo 2. Pablo cierra las puertas de la celda de condenación de la raza humana, con las siguientes palabras: "Empero sabemos que todo lo que la ley dice, a los que están en la ley lo dice, para que toda boca se tape, y que todo el mundo se sujete a Dios; porque por las obras de la ley ninguna carne se justificará delante de él; porque por la ley es el conocimiento del pecado."

            ¿Qué es esta justicia que el hombre necesita tanto? El vocablo mismo significa el estado o condición de justo. A veces la palabra describe el carácter de Dios, en el sentido de que está libre de imperfecciones e injusticias. Aplicado al hombre, significa el estado de justo ante Dios. El vocablo justo equivale a "recto" o derecho, es decir, conforme a una norma o patrón. De lo que antecede se deduce que un hombre justo, recto, es aquél cuya conducta está en armonía con la ley de Dios. Mas ¿qué ocurre si descubre que en vez de justo o "recto" es "perverso," es decir, se ha desviado del camino y no puede enderezarse? Luego entonces necesita la justificación, la cual es obra de Dios.

            Pablo ha declarado que por las obras de la ley nadie puede justificarse. No se trata de un baldón sobre la ley, la cual es santa y perfecta. Significa simplemente que la ley no fue dad para el fin de hacer justa a la gente, sino para proporcionar un nivel de justicia. La ley puede compararse con una medida que indicará el largo de una pieza de material, pero no aumentará su largo. O se puede comparar a una báscula que dice el peso que tenemos, pero no puede añadir a nuestro peso. "Por la ley es el conocimiento del pecado."

 

            "Más ahora, sin ley, la justicia de Dios se ha manifestado." Nótese el vocablo "ahora." Se ha dicho que para Pablo el tiempo se dividía en "ahora y entonces." En otras palabras, la venida de Cristo efectuó un cambio en el trato de Dios con el hombre. Introdujo una nueva era o dispensación. Durante siglos el hombre había estado pecando y reconociendo la imposibilidad de abandonar o conquistar sus propios pecados. Pero ahora Dios con claridad, y abiertamente, ha revelado el camino.

 

            Muchos israelitas consideraban que debía de haber una forma de ser justificado, aparte del guardar la ley, por dos razones: (1) Percibieron un profundo abismo entre el nivel de Dios para Israel, y su condición actual. El pueblo de Israel era injusto, y la salvación no podía llegar por sus propios méritos y esfuerzos. La salvación debía de proceder de Dios, por medio de su interposición en beneficio de ellos. (2) Muchos israelitas supieron por experiencia personal que no podían guardar la ley perfectamente. Llegaron a la conclusión de que debía de existir una justicia independiente de sus propias obras y esfuerzos. En otras palabras, anhelaban la redención y la gracia. Y Dios les aseguró que tal justicia debía de ser revelada. Pablo (Rm._3:21) habla con respecto a la justicia de Dios sin la ley que ha sido "testificada por la ley, (Gn._3:15; Gn._12:3; Gál._3:6-8) y los profetas (Jer_23:6; Jer_31:31-34)." Esta justicia abarca el perdón de los pecados, y la justicia  interna del corazón.

 

 

 

 

            En realidad, Pablo afirma que la justificación por la fe era el método original de Dios de salvar al hombre; la ley fué añadida con el objeto de disciplinar a los israelitas y hacerlos sentir la necesidad de la redención. Gál._3:19-26. Empero la ley en sí misma no tenía poder salvador de la misma manera que un termómetro no tiene poder para hacer disminuir la fiebre que registra. Jehová mismo era el Salvador de su pueblo, y su gracia su única esperanza.

            Desgraciadamente los judíos llegaron a exaltar la ley como agente justificador, e idearon un sistema de salvación basado en los méritos de guardar sus preceptos, y las tradiciones añadidas a ella. "Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios." Rm._10:3. Habían interpretado erróneamente el propósito de la ley. Habían llegado a confiar en ella como medio de salvación espiritual. Al ignorar la pecaminosidad innata de sus corazones, se imaginaban que serían salvados mediante el guardar la letra de la ley, de manera que cuando vino Cristo ofreciéndoles salvación por sus pecados, pensaron que no tenían necesidad alguna de tal Mesías. Lea Jn._8:32-24. Pensaron que se prescribirían ciertos rígidos requisitos por medio de los cuales podían obtener vida eterna. "¿Qué haremos?" preguntaron, "para que obremos las obras de Dios?" Y no estaban dispuestos a seguir el camino indicado por el Señor Jesús." Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado." Jn._6:28-29. Estaban tan ocupados procurando establecer y resolver su propio sistema de justicia que pasaron por alto o equivocaron el plan de Dios para justificar al hombre pecador. En la realización de un viaje, un tren es el medio para llegar a un fin. No tenemos intención de hacer del tren nuestra casa u hogar permanente. Estamos preocupados solamente de llegar a destino, y cuando llegamos al fin de nuestro viaje, dejamos el tren. La ley fué dada a fin de conducir a Israel a cierto destino, y el fin era la confianza en la gracia salvadora de Dios. Empero cuando vino el Redentor, los judíos satisfechos de sí mismos procedieron como un hombre que se rehúsa a dejar el tren cuando ya se ha llegado a destino, aun cuando el guardia o inspector del tren anuncia que se ha llegado a punta de rieles. Los judíos se negaron a moverse de sus asientos en el "tren" del Antiguo Pacto, aún cuando el Nuevo Testamento anunciaba que Cristo es "el fin de la ley" y que el Antiguo Pacto se había cumplido. Rm._10:4.

 

3.         La fuente de la justificación: gracia

 

            Gracia significa primordialmente favor, o disposición bondadosa en la mente de Dios. Se ha denominado "pura bondad y favor sin recompensa"; "favor inmerecido." Como tal, la gracia no puede hacer dotador al hombre. Lo que Dios otorga, lo otorga como don; no podemos resarcir a Dios, ni pagar por su gracia. La salvación es presentada siempre como don, un favor inmerecido e impagable, un beneficio puro de Dios. Rm._6:23. El servicio cristiano, por lo tanto, no se hace en pago de la gracia de Dios. El servicio es la forma cristiana de expresar nuestra devoción y amor a Dios. "Le amamos, porque él nos amó primero."

            La gracia es el trato de Dios con el pecador absolutamente aparte de la cuestión de méritos o deméritos. "La gracia no equivale a tratar a una persona según lo merece, o mejor de lo que merece," nos dice el Dr. L. S. Chafer. "Equivale al trato misericordioso sin la más mínima referencia a sus merecimientos. La gracia es amor infinito que se expresa por medio de bondad infinita."

            Debe evitarse un malentendido. La gracia no significa que el pecador es perdonado porque Dios tiene un gran corazón que le permite perdonar la pena o desistir de imponer justo juicio. El Gobernador perfecto del Universo no puede tratar con lenidad el pecado, pues ello lo desviaría de su perfecta santidad y justicia. La gracia de Dios hacia los pecadores se ve en el hecho de que él mismo, por medio de la expiación de Cristo pagó toda la pena por el pecado sin tener en consideración el mérito o demérito del pecador. El pecador no es perdonado porque Dios sea misericordioso para excusar sus pecados, sino porque existe redención por medio de la sangre de Cristo. Rm._3:24; Ef._1:7. Predicadores liberales se han desviado del camino en este punto: han pensado que Dios es misericordioso al perdonar el pecado, mientras que el perdón de los pecados se basa en justicia estricta. Al perdonar el pecado, "él es fiel y justo." 1Jn._1:9. La gracia de Dios se Ap.ela al proveer una expiación por la cual puede al mismo tiempo justificar a los impíos, y al mismo tiempo reivindicar su ley santa e inmutable.

 

            La gracia es independiente de la actividad u obra del hombre. Cuando una persona está bajo la ley, no puede estar bajo la gracia; cuando está bajo la gracia, no está bajo la ley. Una persona está bajo la ley cuando procura asegurarse la salvación o santificación como asunto de recompensa, mediante la realización de buenas obras y la observación de ceremonias; está bajo la gracia cuando obtiene salvación confiando en la obra de Dios, hecha para él, y no en sus obras para Dios. Las dos esferas se excluyen mutuamente. Gál._5:4. La ley dice: "Págalo todo," mientras que la gracia afirma: "Todo está pagado." La ley significa un trabajo que debe hacerse, la gracia es una labor hecha. La ley restringe las acciones; la gracia cambia la naturaleza. La ley condena; la gracia justifica. Bajo la ley, una persona es un siervo que trabaja por salario; bajo la gracia es un hijo que disfruta de la herencia.

           

               Profundamente arraigada en el corazón del hombre está la idea de que el hombre debe hacer algo para hacerse digno de la salvación. En la iglesia primitiva ciertos maestros judíos cristianos insistieron que los convertidos eran salvados por la fe, y por la ley de Moisés, es decir, su observación. Entre los paganos, y en algunos sectores de la iglesia cristiana, este error ha tomado la forma de castigo a sí mismo, el cumplimiento de ritos, la realización de peregrinajes, la dádiva de limosnas. La idea que subraya todo esto es la siguiente: Dios no es misericordioso, el hombre no es justo, por lo tanto debemos de hacernos justos a nosotros mismos con el objeto de hacer a Dios misericordioso. Ese fué el error de Lutero, cuando mediante dolorosa mortificación de su cuerpo procuraba efectuar o lograr su propia salvación. "Oh cuando serás lo suficientemente piadoso para que tengas un Dios misericordioso," exclamó en cierta oportunidad. Pero finalmente descubrió la verdad que constituye la base del evangelio: Dios es misericordioso y por lo tanto desea hacer justo al hombre. La gracia de un Padre amoroso revelada en la muerte expiatoria de Cristo es un elemento en el cristianismo que lo diferencia de cualquier otra religión.

 

            La salvación es la justicia imputada o atribuida de Dios; no es la justicia imperfecta del hombre. La salvación es una reconciliación divina; no es una regulación del hombre. La salvación es la cancelación de todos los pecados; no es el cese de cometer algún pecado. La salvación es ser librado de la ley, ser muerto a la ley. No es deleitarse en la ley, o cumplir la ley. La salvación es regeneración divina; no es reforma humana. La salvación es ser aceptable a Dios; no es convertirse en excepcionalmente bueno. La salvación es completamiento en Cristo; no es competencia de carácter. La salvación es siempre de Dios, y solamente de él. No es nunca del hombre.- Luis Sperry Chafer.

         

A veces el vocablo "gracia" se emplea en sentido interno, para denotar la operación de la influencia divina (Ef._4:7), y el efecto de la influencia divina. Hch._4:33; Hch._11:23; Stg._4:6; 2Co_12:9. Las operaciones de este aspecto de la gracia han sido clasificadas como sigue: gracia precedente, (literalmente, "que va delante,") es la divina influencia que precede a la conversión de la persona, estimulando sus esfuerzos destinados a retornar a Dios. Es el efecto del favor de Dios en atraer al hombre, (Jn._6:44) y contender o esforzarse con el desobediente. Hch._7:51. Se denomina a veces gracia eficaz, por el hecho de que es eficaz en producir la conversión, si no se la resiste. Jn._5:40; Hch._7:51; Hch._13:46. La gracia actual capacita al hombre para vivir con justicia, resistir la tentación y hacer o cumplir su deber. De manera entonces que hablamos de orar pidiendo gracia para realizar una tarea difícil. La gracia habitual es el efecto del Espíritu que mora en el hombre, que da como resultado una vida caracterizada por el fruto del Espíritu. Gál._5:22-23.

 

4.         La base de la justificación: la justicia de Cristo.

 

            ¿De qué manera puede Dios tratar al pecador como una persona justa? Respuesta: Dios le proporciona justicia. Mas ¿es justo dar el título de "bueno" y "justo" a uno que no se lo ha ganado? Respuesta: El señor Jesucristo lo ha ganado para el pecador, y en representación de él, a quien declara justo "por la redención que es en Cristo Jesús." La redención significa liberación completa por medio de un precio pagado.

 

            Cristo obtuvo esta justicia para nosotros por medio de su muerte expiatoria; "al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre." Propiciación es aquello que asegura el favor de Dios para el que no lo merece. Cristo murió a fin de salvarnos de la justa ira de Dios y asegurarnos su favor. La muerte y resurrección de Cristo representa la provisión externa para la salvación del hombre; el término justificación tiene referencia a la forma en la cual los beneficios salvadores de la muerte de Cristo se ponen a disposición del individuo; la fe es el medio por el cual el pecador se adueña de los beneficios.

 

            Consideremos la necesidad que se tiene de justicia. De la misma manera que el cuerpo necesita abrigo, así el alma necesita carácter. Así como uno debe aparecer ante el mundo vestido de las ropas que corresponden, así también el hombre debe aparecer ante Dios y el cielo revestido del manto de un carácter perfectamente justo. Lea Ap._19:8; Ap._3:4; Ap._7:13-14. Empero el manto del pecador está manchado y hecho jirones (Zac._3:1-4) y si fuera a vestirse con el manto de su propia bondad y méritos, y reclamar. el favor divino en virtud de sus propias buenas obras, éstas serían consideradas como "trapo de inmundicia." Isa_64:6. La única esperanza del hombre consiste en tener la justicia que Dios aceptará: la "justicia de Dios." Puesto que el hombre naturalmente carece de esta justicia, se debe de proporcionar para él; debe de ser una justicia imputada o atribuida.

 

            Esta justicia fué comprada mediante la muerte substituidora de Cristo. Isa_53:5; Isa_53:11; 2Co_5:21; Rm._4:6; Rm._5:18-19. Su muerte fué un hecho perfecto de justicia, porque satisfizo la ley de Dios; fué también un hecho perfecto de obediencia. Y todo esto fué hecho para beneficio nuestro, y puesto a nuestro crédito. "Dios nos acepta en calidad de justos ante sus ojos. solamente por la justicia de Cristo imputada a nosotros," dice una declaración doctrinal.

            El hecho por el cual Dios nos acredita esta justicia se denomina imputación o atribución. Imputación es cargar sobre una persona las consecuencias del hecho de otra; por ejemplo, las consecuencias del pecado de Adán son cargadas a sus descendientes. Las consecuencias del pecado del hombre fueron imputadas a Cristo, y las consecuencias de la obediencia de Cristo son cargadas o acreditadas en este caso, al creyente. El vistió nuestras ropas del pecado, a fin de que nosotros lleváramos el manto de justicia. El "ha sido hecho por Dios sabiduría, y justificación," (1Co_1:30); se convierte en Jehová, justicia nuestra. Jer_23:6.

            Cristo expió nuestra culpa, satisfizo la ley, tanto mediante la obediencia como por el sufrimiento, y se convirtió en nuestro substituto, de manera que al ser nosotros unidos a él por fe, su muerte se convierte en la nuestra, su justicia, nuestra justicia, su obediencia, nuestra obediencia. Dios luego nos acepta, no porque haya algo en nosotros, no por nada tan imperfecto como las obras, (Rm._3:28; Gál._2:16) o mérito, sino por la perfecta y del todo suficiente justicia de Cristo, acreditada a nuestra cuenta. Por amor de Cristo, Dios trata al pecador, cuando es penitente y creyente, como si fuera justo. Los méritos de Cristo se le atribuyen a él.

            La pregunta siguiente puede surgir en la mente de la persona pensante: la justificación que salva es algo externo, que concierne a la posición del pecador, pero ¿no se produce un cambio de condición? Afecta su posición, pero ¿qué diremos de su conducta? La justicia es imputada, pero ¿es también impartido? En la justificación Cristo es por nosotros, pero ¿está también en nosotros? En otras palabras, parecería que la imputación fuera un baldón para la ley, si esa imputación no llevara encerrada en sí la promesa de una vida futura de justicia de parte del creyente.

            La respuesta es que la fe justificadora es el hecho inicial de la vida cristiana, y este hecho inicial, cuando la fe es viva, es seguido de un cambio interno y espiritual denominado regeneración. La fe une al creyente al Cristo vivo, y la unión con el Autor de la vida da como resultado un cambio de corazón. "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas." 2Co_5:17. La justicia es imputada en la justificación, e impartida en la regeneración. El Cristo que está en favor de nosotros se convierte en el Cristo en nosotros. La fe por la cual una persona es en realidad justificada debe ser por necesidad una fe viva, y una fe viva producirá un vivir justo; será una fe que "obra por el amor." Gál._5:6. Además, vistiendo la justicia de Cristo, el creyente es llamado a vivir una vida acorde con ese carácter. "Porque el lino fino son las justificaciones (literalmente "obras justas") de los santos." Ap._19:8. La verdadera salvación demanda una vida de santidad práctica. ¿Qué pensaríamos de una persona que siempre viste ropas blancas, limpias, pero que nunca se lava? ¡Inconsecuente, lo menos que se puede decir! No menos inconsecuente sería la persona que reclamara la justicia de Cristo, y sin embargo viviera de manera indigna al llamado cristiano. Aquéllos que visten su justicia tendrán cuidado de purificarse a sí mismos, así como él es puro. 1Jn._3:3.

5. El medio de la justificación: Fe.

            Puesto que la ley no puede justificar, la única esperanza del hombre es una justicia "sin la ley" (no una injusticia que sea ilegal., o una religión que nos permita pecar), sino un cambio de posición y condición. Esta es la "justicia de Dios," es decir, una justicia que Dios imparte; y es un don porque el hombre carece de la capacidad de producirla o llevarla a cabo. Ef._2:8-10.

            Empero un don debe ser aceptado. ¿De qué manera, entonces es aceptado el don de justicia? O, hablando en lenguaje teológico, ¿cuál es el instrumento por medio del cual el hombre se adueña de la justicia de Cristo? Respuesta: 


 

"Por la fe de Cristo." La fe es la mano, por así decirlo, que toma o recibe lo que Dios ofrece. El que esa fe es el agente de la justificación lo veremos por los siguientes pasajes: Rm._3:22; Rm._4:11; Rm._9:30; Heb_11:7; Fil._3:9.

            En virtud de cierto medio, los méritos de Cristo le son comunicados al pecador, y este recibe la salvación. Tal medio debe ser divinamente designado, puesto que debe transmitir aquello que sólo Dios otorga. Este medio es la fe, el principio de que se vale la gracia de Dios para devolvernos la imagen y favor divinos, Nacida en pecado, y heredera de miserias y sufrimientos, el alma necesita un cambio completo, así interior como exterior, tanto en lo que respecta a su relación con Dios, como consigo mismo. El cambio que se produce en relación a Dios se llama justificación, y el cambio interior espiritual se denomina regeneración por el Espíritu Santo. Esta fe es despertada en el hombre por la influencia del Espíritu Santo, generalmente en relación con la Palabra. La fe se apropia de la promesa de Dios, y de la salvación. Conduce al alma a descansar en Cristo como Salvador, y el sacrificio por los pecados, imparte paz a la conciencia y la esperanza consoladora del cielo. Siendo viva y espiritual, y llena de gratitud hacia Cristo, abunda en buenas obras de toda clase.

            "Porque por gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios: no por obras, para que nadie se gloríe." Ef._2:8-9.  El hombre no tenía cosa alguna con la cual comprar su justificación. Dios no podía descender a lo que el hombre tenía para ofrecer; el hombre no podía elevarse a la altura de lo que Dios demandaba. De manera que Dios lo salvó gratuitamente: "siendo justificados gratuitamente por su gracia." Esta gracia gratuita es recibida por la fe. No existe mérito alguno en esta fe, de igual manera que no tiene mérito alguno el hecho de un pordiosero de extender la mano pidiendo una limosna. Este método descarga un golpe a la dignidad del hombre, pero en lo que a Dios respecta, el hombre caído no tiene dignidad alguna. Carece del poder de adquirir o acumular justicia suficiente como para comprar la salvación. "El hombre no es justificado por las obras de la ley."

            La doctrina de la justificación por la gracia de Dios, por medio de la fe del hombre, remueve o destruye dos peligros: primero, el orgullo de la justicia propia y del esfuerzo personal o propio; segundo, el temor de que uno es demasiado débil para superar los obstáculos, vencer las dificultades, obtener la victoria.

            Si la fe no es meritoria en sí misma, tratándose simplemente de la mano para obtener la gracia libre de Dios, ¿qué es lo que le concede o proporciona poder, y qué garantías ofrece que uno que ha recibido el don vivirá una vida justa? La fe es importante y poderosa porque une el alma a Cristo, y en esa unión se encuentra el motivo y el poder para una vida de justicia. "Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos... Porque los que son de Cristo, han crucificado la carne con sus pasiones y deseos." Gál._3:27; Gál._5:24.

 

            La fe no solamente recibe pasivamente sino que también emplea activamente lo que Dios otorga. Es asunto del corazón (Rm._10:9-10; compare Mt._15:19; Pro_4:23), y el creer con el corazón es abarcar, u obtener la colaboración de todas las emociones, afectos y deseos, en respuesta al ofrecimiento de salvación hecho por Dios. Por medio de la fe, Cristo vive en el corazón. Ef._3:17. La fe opera por el amor (la "obra de vuestra fe," 1Ts._1:3). Es decir, se trata de un principio enérgico, vivificante, como así también una actitud receptiva. La fe es entonces un motivo poderoso para la obediencia y para toda buena obra. La fe encierra la voluntad, y está relacionada con todas las buenas elecciones y acciones, porque "todo lo que no es de la fe es pecado." Rm._14:23. Abarca la elección y adherencia a la verdad (2Ts._2:12) e implica la sujeción a la justicia de Dios. Rm._10:3.

 

            La siguiente es la enseñanza bíblica relativa a las relaciones entre la fe y las obras. La fe es opuesta a las obras cuando por las obras significamos las buenas acciones en las cuales una persona depende para la salvación Gál._3:11. Sin embargo, una fe producirá obras (Stg._2:26) de la misma manera que un árbol con vida producirá frutos. La fe es justificada y Aprobada por las obras, (Stg._2:18) de la misma manera que la salud y el vigor de las raíces de un árbol frutal se conocen por sus frutos. La fe se perfecciona en las obras (Stg._2:22), de la misma manera que una flor se completa o manifiesta en el proceso de echar flor o florecer. En pocas palabras entonces, las obras son el resultado de la fe, la prueba de la fe, y la consumación de la fe.

 

            Se ha imaginado una contradicción entre las enseñanzas de Pablo y las de Santiago, puesto que uno aparentemente enseña que una persona es justificada por la fe y la otra por las obras. Compare Rm._3:20 y Stg._2:14-26. Sin embargo la comprensión del sentido en el que se usan estos vocablos disipará rápidamente la supuesta dificultad. Pablo elogia o encomia una fe viva que confía en Dios solamente; Santiago  denuncia una fe formalista, muerta, que es meramente un asentimiento intelectual. Pablo rechaza las obras muertas de la ley, u obras sin fe; Santiago encomia las obras vivas que demuestran que la fe es vital. La justificación de que nos habla Pablo se refiere al comienzo de la vida cristiana; mientras que Santiago emplea el vocablo en el sentido de esa vida de obediencia y santidad que es la expresión exterior o evidencia de que una persona es salvada. Pablo combate el legalismo, o dependencia en obras de salvación; Santiago combate el antinomia ismo, o las enseñanzas de que no importa mucho de que manera uno vive mientras uno cree. Pablo y Santiago no son dos soldados que se oponen entre sí; están espalda contra espalda, luchando contra enemigos que vienen de direcciones opuestas.

 

III.      REGNERACIÓN

 

1.         La naturaleza de la regeneración.

            La regeneración es un hecho divino que imparte al creyente penitente una vida nueva y más elevada en unión con Cristo.

            El Nuevo Testamento describe la regeneración de la siguiente manera:

 

a.         Un nacimiento. Dios el Padre es el Procreador y el creyente es el ha sido engendrado de Dios (1Jn._5:1) "nacido del Espíritu," (Jn._3:8), y "nacido de arriba," traducción literal de Jn._3:7. Estos términos se refieren al hecho de gracia creativa que hace al creyente hijo de Dios.

b.         Una limpieza. Dios nos salvó por el "lavamiento (literalmente, baño) de la regeneración," Tit_3:5. El alma fué completamente bañada o limpiada de las inmundicias de la vieja vida, y hecha vivir en novedad de vida, una experiencia representada por el bautismo en agua. Hch._22:16.

 

c.         Un avivamiento. Fuimos salvos no solamente por el "lavamiento de la regeneración," sino también por la "renovación del Espíritu Santo." Tit_3:5 Compare también Col_3:10; Rm._12:2; Ef._4:23; Sal_51:10. La esencia de la regeneración es una vida nueva impartida por Dios el Padre, mediatamente por Cristo, y por la operación del Espíritu.

 

d.         Una creación. El que creó al hombre en el comienzo, y alentó en sus narices soplo de vida, lo recrea por la operación de su Espíritu Santo. 2Co_5:17; Ef._2:10; Gál._6:15; Ef._4:24; compare Gn._2:7. El resultado práctico es un cambio radical en la naturaleza del individuo, carácter, deseos y propósitos.

 

e.         Una resurrección. Rm._6:4-5; Col_2:12; Col_3:1; Ef._2:5-6. Así como Dios proporcionó vida al barro o arcilla sin vida, para que tuviera conciencia del mundo físico, así también proporciona vida al alma muerta en pecados y la hace consciente de las realidades del mundo espiritual. Este hecho de resurrección de la muerte espiritual es simbolizada en el bautismo en agua. La regeneración es "ese gran cambio que Dios opera en el alma cuando le comunica vida, a una vida de justicia." - Wesley.

 

            Se notará que los términos arriba expresados son simples variantes de un gran pensamiento básico de regeneración, es decir, la comunicación divina de nueva vida al alma del hombre. Y tres hechos científicos, ciertos en lo que respecta a la vida natural, también se aplican a la vida espiritual, es decir, que viene repentinamente, Aparece misteriosamente, y se desarrolla progresivamente.

            La regeneración es una característica única en la religión del Nuevo Testamento. En las religiones paganas la permanencia o incapacidad de cambio de carácter es universalmente reconocida. Aunque estas religiones prescriben penitencias y ritos por medio de los cuales el hombre puede esperar expiar sus pecados, no hay promesa de vida y gracia para transformar su naturaleza. La religión de Jesucristo "es la única religión que profesa tomar la naturaleza caída del hombre y regenerarla inculcando en ella la vida de Dios." Y profesa hacer esto porque el Fundador del cristianismo es una persona viviente, divina, que vive para salvar hasta lo sumo.

            No existe analogía entre la religión cristiana y pongamos por ejemplo, el budismo o la religión mahometana. Nadie, en sentido correcto, podría decir: "El que tiene a Buda, tiene la vida." (Lea 1Jn._5:12.) Quizá tenga algo que ver con la moralidad. Quizá estimule, impresione, enseñe y guíe, pero no existe nada claramente añadido al alma de aquéllos que profesan el budismo. Estas religiones quizá desarrollen al hombre natural o moral. Empero el cristianismo profesa ser algo más. Es el hombre mental o moral sumado a algo más o Alguno más.

 

2.         La necesidad de la regeneración.

            La entrevista de nuestro Señor con Nicodemo proporciona un hermoso fondo para el estudio de la Materia arriba mencionada. Las palabras iniciales de Nicodemo revelan cierto número de emociones que se debaten en su corazón; y la declaración abrupta de nuestro Señor (vers. 3) que parece ser un cambio repentino de asunto, se explica por el hecho de que respondió al corazón del hombre, antes que a las palabras de sus labios. Las palabras iniciales de Nicodemo revelan lo siguiente: (1) Sed espiritual. Si el príncipe hubiera puesto en palabras el deseo de su alma, hubiera podido decir: "Cansado estoy de estos servicios sin vida en la sinagoga; yo asisto a ellos, pero salgo con tanta sed espiritual como cuando entré. ¡Ay! la gloria de ha Apartado de Israel; no hay visión y el pueblo perece. Maestro, mi alma anhela la realidad. Sé poco con respecto a tu personalidad, pero tus palabras han tocado un lugar profundo en mi corazón. Tus milagros me convencen de que eres un Maestro enviado de Dios. Quisiera plegarme a tu compañía." (2) Falta de profundidad de convicciones. Nicodemo siente su necesidad, pero cree necesitar a un maestro, más bien que a un Salvador. A igual que la mujer samaritana, quiere el agua de vida, (Jn._4:15), pero a igual que ella, debe comprender que es un pecador que necesita limpieza y transformación. Jn._4:16-18. (3) Uno descubre en sus palabras un toque de complacencia consigo mismo, natural en una persona de su edad y posición. Le diría a Jesús: "Creo que has sido enviado a restaurar el reino de Israel, y yo he venido para aconsejarte en el plan de operaciones e instarte a que adoptes ciertos procedimientos." Con toda probabilidad dio por sentado que el ser un israelita, e hijo de Abraham, serían requisitos suficientes para convertirse o transforMr.se en miembro del reino de Dios.

            

Respondió Jesús: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios." Hagamos la siguiente paráfrasis de las palabras: "Nicodemo, no puedes plegarte a mi compañía, de la misma manera que uno se plegaría a una organización. El pertenecer o no a mi compañía depende de la clase de vida que vivas; mi causa no es otra cosa de lo que tú piensas, y de la manera de establecerlo, enrolar ciudadanos en él, es muy distinta de lo que has estado meditando."

            Jesucristo señaló la necesidad más profunda y universal de todos los hombres: un cambio completo, radical, de toda la naturaleza del hombre. La naturaleza toda del hombre ha sido torcida por el pecado, la herencia de la Caída, y esa torcedura es reflejada en la conducta del individuo y en sus varias relaciones. Antes de poder vivir una vida que agrade a Dios, en el tiempo y la eternidad, su naturaleza debe pasar por un cambio tan radical que es en realidad el segundo nacimiento. El hombre no puede cambiarse a sí mismo; la transformación debe de proceder del cielo, de arriba.

            El Señor Jesucristo no intentó explicar cómo se producía el nuevo nacimiento, pero sí explicó el porqué del asunto. "Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es." La carne y el espíritu pertenecen a diferentes esferas, y la una no puede producir el otro; la naturaleza humana puede Generar naturaleza humana, pero sólo el Espíritu Santo puede Generar naturaleza espiritual. La naturaleza humana sólo puede producir naturaleza humana, y ninguna criatura puede eLv.arse más allá de su propia naturaleza. La vida espiritual no desciende del padre al hijo mediante la Generación natural; desciende de Dios al hombre por medio de la Generación espiritual.

            La naturaleza humana no puede elevarse por sobre sí mismo. El Dr. Mr.cus Dods escribe lo siguiente:

 

            "Toda criatura tiene cierta naturaleza de acuerdo a su clase y está determinada por su parentesco. Esta naturaleza que el animal recibe de sus padres, determina desde el principio las capacidades o posibilidades y la esfera de la vida animal. El topo no puede hendir el aire y elevarse hacia el sol como el águila; ni tampoco puede el aguilucho hacer una cueva como el topo. Ninguna preparación podría hacer de la tortuga un animal tan veloz como el antílope, o al antílope tan fuerte como el león... Ningún animal puede actuar más allá de la esfera de su naturaleza."

 

            El mismo principio se puede Aplicar con respecto al hombre. El destino más elevado del hombre es vivir con Dios para siempre. Empero la naturaleza humana, en su condición presente, no posee la capacidad para vivir en un reino celestial. Por lo tanto, la vida celestial debe proceder de arriba, del cielo, a fin de transformar la naturaleza del hombre y hacerla Apta para vivir en ese reino.

3.         Los medios de la regeneración.

 

a.         Agencia divina. El Espíritu Santo es el agente especial en la regeneración, que actúa sobre la persona como para producir un cambio. Jn._3:6; Tit_3:5. Sin embargo, cada una de las personas de la Trinidad está implicada o comprendida en cada una de las operaciones divinas, aunque cada una de las personas tiene ciertos cargos que son suyos en sentido especial. De manera entonces que el Padre es preeminentemente el Creador, y sin embargo, tanto el Hijo como el Espíritu son también mencionados como agentes. El Padre procrea (Stg._1:18) y a través del evangelio según Juan, el Hijo se presenta como el Dador de la vida. Lea capítulos 5 y 6.

            Nótese especialmente la relación de Cristo con respecto a la regeneración del hombre. El es el Dador de vida. ¿Y de qué manera proporciona vida al hombre? Al morir por ellos, de manera que el mortal, al comer la carne de Cristo y bebe su sangre (que significa figurativamente creer en su muerte expiatoria) pueda tener vida eterna. ¿De qué manera le imparte en realidad vida al hombre? Parte de su recompensa era la prerrogativa de impartir el Espíritu Santo (compare Jn._3:3; Jn._3:13; Gál._3:13-14), y ascendió con el objeto de convertirse en la Fuente de vida espiritual (Jn._6:62) y energía. Hch._2:33. El Padre tiene vida en sí mismo (Jn._5:26); de manera que da a su Hijo para tener vida en sí mismo; el Padre es la fuente del Espíritu Santo, empero da al Hijo el poder para impartir el Espíritu Santo. De manera que el Hijo es "Espíritu vivificante," (1Co_15:45), que tiene poder no solamente para resucitar a los físicamente muertos, (Jn._5:25-26) sino también para vivificar las almas muertas de los hombres. Compare Gn._2:7; Jn._20:22; y 1Co_15:45.

b.         La preparación humana. Hablando en el sentido estricto del vocablo, el hombre no puede cooperar en el hecho de regeneración, el cual es un hecho soberano de Dios; empero tiene parte en la preparación para el nuevo nacimiento. ¿Cuál es esa preparación? El arrepentimiento y la fe.

4.         Los efectos de la regeneración.

            Los podemos agrupar bajo tres encabezamientos: relativos a posición (adopción); espirituales (unión con Dios); prácticos, (vida justa).

 

          

 

a.         Relativos a posición. Cuando una persona ha experimentado el cambio espiritual conocido como regeneración, se convierte en hijo de Dios y es beneficiario de todos los privilegios derivados de esa dignidad de hijos.. El Dr. Guillermo Evans escribe lo siguiente: "En la adopción el creyente, hijo ya, recibe un lugar en calidad de hijo adulto; de manera entonces que el niño se convierte en hijo, el menor se convierte en adulto." Gál._4:1-7. El vocablo "adopción," significa literalmente, "el otorgar la posición de hijos.," y se refiere en el lenguaje común el traer el hombre a su casa a niños que no descienden de él.

            En el aspecto doctrinal, la adopción y la regeneración deben de distinguirse: la primera es un término leGál. que indica el conferir o comunicar el privilegio correspondiente a la dignidad de hijo a uno que no es miembro de la familia; la segunda denota un cambio espiritual interno que hace a uno hijo de Dios, y participante de la naturaleza divina. Sin embargo, es difícil separar los dos en consideración a la experiencia, puesto que la regeneración y la adopción representa la doble experiencia de la dignidad de hijo.

            En el Nuevo Testamento esta dignidad común de hijo es definida por el término "hijos." ("uioi") vocablo que forma la raíz de la palabra "adopción," y a veces por la palabra "hijos." (tekna) que significa literalmente "engendrados," y la cual implica regeneración. Las dos ideas se distinguen entre sí, y no obstante se combinan en los versículos siguientes: "mas a todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos. de Dios, a los que creen en su nombre... los cuales no son engendrados de sangre... sino de Dios." Jn._1:12-13. "Mirad cual amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados (indica adopción) hiJs. de Dios (vocablo empleado para aquellos que nacen de Dios.)" 1Jn._3:1. En Rm._8:15-16 las dos ideas se combinan o armonizan: "Porque no habéis recibido el espíritu de servidumbre para estar otra vez en temor; sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos Abba, Padre. Porque el mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios."

 

b.         Espiritual. En virtud de su verdadera naturaleza, la regeneración implica unión espiritual con Dios y con Cristo, por medio de Espíritu Santo; y esta unión espiritual encierra habitación divina. 2Co_6:16-18; Gál._4:5-6; 1Jn._3:24; 1Jn._4:13; Gál._2:20. Esta unión resulta en un nuevo tipo de vida y carácter, descrito de varias maneras: novedad de vida (Rm._6:4); un nuevo corazón (Eze_36:26); un nuevo espíritu (Eze_11:19); un nuevo hombre (Ef._4:24); participantes de la naturaleza divina. 2Pe_1:4. El deber del creyente es mantener su contacto con Dios por varios medios de gracia y preservar y alimentar su vida espiritual.

 

c.         Práctica. La persona nacida de Dios demostrará ese hecho por su odio al pecado (1Jn._3:9; 1Jn._5:18) por sus obras justas (1Jn._2:29), amor fraternal (1Jn._4:7) y la victoria sobre el mundo. 1Jn._5:4.

            Dos extremos deben de evitarse: primero, hacer el nivel demasiado bajo de manera que la regeneración se convierta en asunto de reforma natural; segundo, eLv.ar el nivel demasiado alto, sin tolerancias o consideración alguna para las debilidades de los creyentes. Los nuevos convertidos, cuando Aprenden a caminar en Cristo, pueden tropezar, a igual que un bebé que Aprende a caminar; creyentes de más edad quizá sean tomados en falta. Juan declara que es completamente inconsecuente que uno nacido de Dios y que lleva la naturaleza divina viva habitualmente en el pecado (1Jn._3:9) y sin embargo, tiene cuidado de escribir: "Y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo." 1Jn._2:1.

 

 

 

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