CRISTO VIENE
TEOLOGÍA BIBLICA Y SISTEMÁTICA

8. SANTA CENA
SANTA CENA
(SACRAMENTO) “LA DOCTRINA DE LA TRANSUSTANSIACIÓN, LA DOCTRINA CATOLICA LA CUAL DICE QUE REALMENTE EL PAN ES LA CARNE DE CRISTO Y EL VINO TAMBIEN ES SU VERDADERA SANGRE, CONTRARIO A ESTO, NOSOTROS CREEMOS EN ” LA DOCTRINA DE LA CONSUSTANCIACIÓN DONDE EL PAN Y EL VINO REPRESENTAN LO QUE ES LA CARNE Y LA SANGRE DE CRISTO, DONDE DESPUES DE SER CONSAGRADOS LOS ELEMENTOS DEL PAN Y EL VINO ESTOS VIENEN A SER SOLAMENTE UNA REPRESENTACIÓN CONSERVANDO A SI SU MISMA SUSTANCIA.
La cena del Señor.
La cena del Señor o santa comunión puede ser definida como un rito distintivo de la adoración cristiana, instituida por el Señor Jesús en la víspera de su muerte expiatoria. Consiste en la participación religiosa del pan y del vino, los que habiendo sido presentados al Padre en memoria del inagotable sacrificio de Cristo, se convierten en medio de gracia por el cual se nos inspira a aumenta la fe y la fidelidad hacia él.
Las siguientes son las características notables de esta ordenanza:
a. Conmemoración "En memoria de mí." Todo país tiene su fiesta patriótica, en la que conmemora su independencia. Toda vez que un grupo de creyentes se congrega a celebrar la cena del Señor, recuerdan en forma especial la muerte expiatoria de Cristo que nos liberó del pecado.
¿Por qué recordar su muerte por sobre todo otro acontecimiento en su vida? Porque era el acontecimiento cumbre de su ministerio, y porque somos salvos no meramente por su vida y enseñanzas, - aunque es innegable que son divinas- sino por su sacrificio expiatorio.
b. Instrucción. La cena del Señor es una lección objetiva sagrada que enuncia o expresa las dos verdades cardinales o esenciales del evangelio: (1) La encarnación. Al tomar el pan, oímos que Juan el apóstol dice: "Y aquel Verbo fué hecho carne, y habitó entre nosotros," (Jn._1:14); oímos al Señor mismo que declara: "Porque el pan de Dios es aquél que descendió del cielo y da vida al mundo." Jn._6:33. (2) La expiación. Empero las bendiciones incluidas en la encarnación nos son impartidas por medio de la muerte de Cristo. El pan y el vino constituyen un cuadro de la muerte, la separación del cuerpo y la vida, la separación de la carne y la sangre. El pan nos dice que el Pan de la vida debe ser partido o quebrado en la muerte con el objeto de ser distribuido entre los que tienen hambre espiritual; el vino vertido simboliza que su sangre, que es su vida, debe ser derramada en la muerte con el objeto de que su poder que limpia y vivifica sea proporcionado a las almas necesitadas.
c. Inspiración. Los elementos, especialmente el vino, nos recuerdan que por la fe podemos participar de la naturaleza de Cristo, es decir, podemos disfrutar de la comunión con él. Al participar del pan y del vino de la comunión se nos recuerda y asegura que, por la fe, podemos recibir verdaderamente su Espíritu y reflejar su carácter.
d. Seguridad. "Este vaso es el nuevo pacto en mi sangre." En épocas antiguas, la forma más solemne de acuerdo era el pacto de sangre, sellado o firmado con la sangre del sacrificio. El pacto hecho con Israel en el Monte Sinaí fué un pacto de sangre. Después que Dios sentara sus condiciones, y el pueblo las hubiera aceptado, Moisés tomó una jofaina llena de la sangre del sacrificio y roció la mitad de ella sobre el altar del sacrificio, significando que Dios se obligaba a cumplir su parte del acuerdo; luego derramó el resto de la sangre sobre el pueblo, obligándole o comprometiéndole a cumplir su parte del contrato. Ex._24:3-8.
El nuevo pacto instituido por Cristo es un pacto de sangre, Dios ha aceptado la sangre de Cristo (Heb_9:14-24) y por ende se ha comprometido, por amor de Cristo, a perdonar y salvar a todos los que vienen a él. La sangre de Cristo es la garantía divina de que será misericordioso y benigno con el penitente. Nuestra parte del contrato es creer en la muerte expiatoria de Cristo. Rm._3:25-
Luego podemos testificar de haber sido rociados con la sangre del nuevo pacto. 1Pe_1:2.
e. Responsabilidad. ¿Quién será admitido o excluido de la mesa del Señor? Pablo trata el asunto de quien es digno de participar de los sacramentos en 1Co_11:20-34 al decir: "Porque el que come y bebe indignamente, será culpado (de ofensa o pecado) del cuerpo y de la sangre del Señor." Luego todos nosotros somos excluidos, puesto que ¿cuál de los hijos del hombre es digno de la más pequeña de las misericordias de Dios? No, el Apóstol no habla de la indignidad de las personas, sino de la indignidad de las acciones. Y así, aunque parezca extraño, es posible que una persona indigna participe dignamente. Y en cierto sentido, solo aquellos que sienten sinceramente su indignidad se hallan en el estado correcto de acercarse a la mesa; los que se creen justos a sí mismos no son Aptos nunca. Además, se ha notado que es la gente profundamente espiritual la que siente su indignidad en mayor grado. Pablo se describe a sí mismo como el primero de los pecadores.
El apóstol nos advierte en el sentido de no cometer acciones indignas o mantener una conducta también indigna al participar de los sacramentos. ¿Cómo puede una persona participar indignamente? Al hacer cualquier cosa que le impida Apreciar claramente el significado de los elementos, y acercarse de manera solemne, en actitud reflexiva y reverente. En el caso de los corintios, el obstáculo era grave, es decir la ebriedad.
Antes de Cristo ir a la cruz del Calvario y morir por los pecados de su pueblo, nos dice la Escritura que Él se sentó a la mesa con sus doce Apóstoles y compartió con ellos lo que conocemos como la “Última Cena”. Ese día Jesús instituyó la ordenanza que en esta noche celebramos unidos. Él dijo a sus discípulos: en San Mateo 26:26-29 Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados. Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre.
Desde este día en adelante los Cristianos celebran gozosamente “la Santa Cena”. En ella el pueblo de Dios bajo el Nuevo Pacto hace memoria de la obra que hizo Cristo en la Cruz del Calvario, pero no solamente miran atrás "anunciando su muerte", sino que miramos al futuro cuando nuestro Señor ha de volver en gloria y majestad. Por eso el Apóstol Pablo nos dice que lo hemos de hacer "hasta que el venga" 1 Corintios 11:26
¿Quién puede y debe tomar parte de la Santa Cena?
Existen tres requisitos para poder participar de la Cena del Señor:
Primero y más importante es haber recibido a Cristo como Señor por medio de la fe reconociendo sus pecados. Sin fe es imposible agradar a Dios Hebreos 11:6. Dios desea que todos los que han sido salvos por Gracia por medio de la fe vengan y se sienten a la mesa a partir el pan y beber del vino que conmemora la muerte de Cristo y anuncia su retorno.
Segundo, haber sido bautizado en agua como lo manda la Escritura. Tal como la circuncisión identificaba a los miembros del pueblo de Dios en el Antiguo Pacto, así también el bautismo con agua identifica visiblemente aquellos que pertenecen al pueblo de Dios en la tierra bajo el Nuevo Pacto. El bautismo en agua es la ceremonia de iniciación al pueblo visible.
Y Tercero, el poder discernir el cuerpo y la sangre de Cristo. Discernir tiene que ver con saber y entender que se trata el acto que se lleva a cabo. El discernir entiende que el acto de la Cena del Señor requiere santidad y meditación por lo que el apóstol Pablo nos dice “pruébese cada uno de vosotros”. Se requiere, tal como en el Antiguo Pacto que cada uno limpie la levadura de su vida. No se puede participar de Cristo viviendo una vida de pecado. Pablo dice al respecto: No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad. Corintios 5:6-8
Por lo tanto, debemos asegurarnos que estamos viviendo vidas santas y limpias ante Dios. Esto no significa que usted deje de tomar la parte en la Cena. Si usted siente que de alguna forma ha fallado a Dios, usted puede acercarse con corazón limpio y arrepentido al trono de la gloria y Dios que es fiel en perdonar, perdonará vuestras ofensas. La Santa Biblia dice en Salmo 51:17 “un corazón contrito y humillado no despreciarás tu, oh Dios”. Así que no se sienta imperdonable, reconozca su pecado y confiese a Dios y sepa que “la sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado”.
¿Cuales son los Beneficios de la Santa Cena?
Primero, debemos ver los juicios que menciona la Escritura. La Santa Biblia dice que aquel que toma la cena del Señor “indignamente” juicio come y bebe para sí. Esto significa que la mano de juicio de Dios está sobre esa persona. Y aunque no significa necesariamente su perdición total, significa que Dios castiga a su pueblo. Pablo dice que muchos hay enfermos y otros han muerto a consecuencia de comer indignamente la cena del Señor 1 Corintios 11.
Por lo tanto, podemos concluir que si lo hacemos “dignamente”, con fe y temor, reconociendo lo que significa este acto. El favor de Dios está sobre nosotros. La Biblia dice que “el es galardonador de los que le buscan” Hebreos 11:6 y en vez de enfermedad podemos experimentar ¡salud!, y en vez de muerte, podemos experimentar ¡vida! Hay Gracia y beneficios en participar de la Cena del Señor. No se quede sentado sin participar. Participe y reciba las bendiciones que Dios tiene para aquellos que con santidad y temor cumplen sus mandamientos. Cuando miramos a la cruz, nuestra fe se fortalece, recobramos las fuerzas y podemos seguir adelante. Hoy es tiempo de volver a mirar a la cruz. Remontémonos 2000 años atrás y veamos a Cristo muriendo por nosotros. Meditemos en el sufrimiento de nuestro Señor, ese cordero que tomó nuestro lugar.
Venga a Cristo hoy y experimente la salvación que Dios le ofrece gratuitamente “Porque ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús” Romanos 8:1.